YO QUIERO DOS COSAS EN LA VIDA:
AMAR Y SER AMADA.
Ese era el verso que surgió en su mente y lo dejó anotado en un papel o, para ser más exacta, en la hoja de apuntes de clases.
Lo cierto es que realmente ella quería, anhelaba eso. Amar, pero por sobre todo ser amada. Quería sentir todo lo que dicen que se siente, lo que sus amigas le contaban.
Había tenido amores que no calificaban como tales según ella, o porque no la tomaban en serio o a la relación o porque no sentía esa conexión que entendía debía haber entre dos que dicen amarse. En fin se sentía frustrada, angustiada. Pero al mismo tiempo se convencía que el amor no lo era todo, que si no llegó es por algún motivo, quizás porque "algo mejor vendrá".
Mientras la vida pasaba ante sus ojos; los años eran otros pero iguales en intensidad, llanos, sin vida. Y todo debido a que no tenía un amor. Sí, parece exagerado remitir lo miserable de una vida a la ausencia del amor de un otro que te haga sentir amada. La pregunta que resonó en su mente fue: la vida, mi vida se resume en la búsqueda de un amor o, mejor dicho, mi vida será otra, más alegre, menos miserable si tengo a alguien a mi lado?. Al parecer era así, hasta que no se sabe si por cansancio o qué desistió de la idea de buscar y encontrar el amor y decidió vivir la vida con las cartas que tenía barajadas. Jugó un poco con el azar, lo desafió y siguió adelante. Así sola, con su cuerpo y alma, pero por sobre todo con su actitud, la misma que antes estaba dormida en su interior pero nunca muerta, fue entonces cuando retomó un viejo proyecto, su verdadera pasión decía ella: escribir.
Tomó su cuaderno de borrador con sus hojas maltratadas, escritas por todos lados, con palabras tachadas, hojas arrancadas y volcó aquello que consideró su versión más auténtica y genuina en su computadora.
Pasó horas y días escribiendo, borrando, volviendo a escribir. Se frustró al no conseguir lo que quería plasmar en su historia, pero recordó también que nada se consigue al primer intento y que debía continuar si quería que su sueño se haga realidad.
Y así siguió día tras día hasta por fin dar con lo que esperaba de su trabajo pero aún faltaba otro paso: que su editor aprobara su libro para sacarlo a la calle y viera la luz.
Le envió su obra completa en 342 páginas y esperó, como quien espera una llamada importante, el mail con una respuesta que podía cambiarle la vida para bien o para mal.
Los días corrían y con ellos la ansiedad iba en aumento. Ya dice el dicho "el que espera desespera". Y por fin el sonido del correo electrónico se hizo presente mientras ella estaba sobre la computadora en la mesa del comedor casi resignada a que no habría respuesta alguna. Y al oír se sobresaltó y el corazón latía más fuerte, dos cuestiones que la caracterizaban cuando estaba nerviosa.
Abrió la computadora y el correo y leyó y en paralelo se dibujaba una sonrisa en su rostro: el libro saldría a la venta.
Ahora más presión, más nervios, más todo. El paso más difícil de transitar : si el público lector lo iba a recibir con buena crítica o pensarían que era otra obra sin nada qué contar. Pero también significaba la posibilidad de ser leída por otros y eso parecía calmar su ansiedad.
Con publicidad y a través de todas las redes sociales mostró su novela. Al principio no había noticias alentadoras, las ventas eran bajas y su sueño parecía estrellarse contra el suelo.
No obstante se mantuvo positiva y daba publicidad de su libro en todo momento y lugar. Lo hizo hasta que surtió efecto y así las ventas aumentaron. El boca a boca de los lectores había hecho lo suyo. Por fin su sueño se volvió una realidad concreta.
Una vez que la novela ya era un éxito editorial, la llamaron para que hablara de él, de su primera obra literaria, en la feria del libro que se hacía anualmente.
Se hizo presente y de a poco se fueron sumando sus lectores que elogiaban su novela y pedían su firma en cada ejemplar que traían consigo. En ella no cabía felicidad tal pero trataba de disimular para que las palabras no se trabaran mientras hablaba al público.
Y empezó temerosa, tímida, reconociendo que hablar no era su mejor arma y que por eso amaba escribir porque haciéndolo era más ella, sin miedos, con la posibilidad de que ante el mínimo error podría volver atrás, algo que no podía hacer si se confundía al hablar porque ya quedaba expuesta en su nerviosismo. Pero en fin se dedicó a agradecer a quienes compraron su novela, la leyeron y la recomendaron a otros. Les contó el cómo surgió la loca idea de lanzar un libro con lo difícil de las ventas y la competencia tecnológica que desplaza todo lo físico transformándolo todo en digital o dentro de un mundo virtual y concluyó para el público e internamente que era feliz como nunca antes al ver su sueño realidad y se olvidó de buscar el amor de alguien más y se sintió más fuerte aún estando sola porque al igual que el título de su novela entendió que " La felicidad No se reduce al Amor". Entendió que no le hacía falta un otro que la haga sentir amada sino que ella debía amarse para amar a otro y que se puede ser feliz incluso en la soledad.
Y fue así que al tiempo un viejo amor que antes no lo sentía tal apareció y por dentro el sobresalto igual al que había sentido cuando llegó el email que cambiaría su suerte. Y ahí entendió que siempre estuvo enamorada de él y él de ella, con la diferencia que ahora ella se amaba a si misma, se aceptaba tal cual era, con sus defectos y virtudes como todos los mortales y que sentirse amada no era un reclamo a un tercero sino una deuda consigo misma.
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